
Curiosamente olvidé quién eres aunque mis palabras aún llevan tu perfume esas mismas que te buscan cada tarde en las calles adyacentes que la ciudad maldita un día abrió de par en par para engullirme con desparpajo En sus heladas tardes y tras esas mismas ventanas me hiciste desaparecer frente a esa misma casa antigua que desaparecía cuando la mirábamos el uno sin el otro pero que como un fantasma personal y nuestro estaba allí para nosotros cuando la buscábamos tomados de las manos trastabillando emociones consumiéndose nuestras vidas de fracaso en fracaso desechando corazones muertos y secos los mismos que envejecieron un día queriendo amar y que hoy nos leen en viejos diarios las eternas viejas historias de siempre las que se tornaron amarillas esperando ser leídas en ciudades en que todo era posible pero que jamás existieron Donde hubo abrazos que hoy parecen un sueño un eco viejo y distante Adolescente En sepia Amargo |
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