Nuestros rostros miraban al cielo
y allí empapados
esperaban por algo
Nunca supimos de qué se trataba aquello
Quizás no había nada que saber
Las llaves eran las erradas
nada era cierto
nada en serio
Sólo había una bruma helada frente a nuestras puertas
El amanecer tardó demasiado en llegar aquella vez
Era el miedo alcanzándonos
(Sobrevidas, 1989)